Época: Renacimiento
Inicio: Año 1500
Fin: Año 1600

Antecedente:
Arte renacentista



Comentario

En la década posterior a la muerte de Rafael (1520-1530) la práctica artística había desembocado en una reacción anticlásica que ponía en cuestión la validez del ideal de belleza defendido en el alto Renacimiento. Esta etapa recibe el nombre de manierismo. Su origen etimológico proviene de la definición que ciertos escritores del siglo XVI, como Vasari, asignaban a aquellos artistas que pintaban "ala manera de...", es decir, siguiendo la línea de Miguel Ángel, Leonardo o Rafael, pero manteniendo, en principio, una clara personalidad artística. El significado peyorativo del término se utilizará más adelante, cuando esa "maniera" fue entendida como una fría técnica imitativa de los grandes maestros.
Si en un primer momento la actitud manierista se limitaba a la escuela pictórica italiana de la segunda mitad del siglo XVI, se ha puesto de manifiesto también su presencia en las demás ramas del arte, tanto en la arquitectura de Vignola y Palladio como en las esculturas de Cellini y Giovanni da Bologna. Por tanto, no se trataría de un fenómeno aislado sino de todo un movimiento con entidad propia, fiel a los principios esenciales legados de la Antigüedad, pero sin la serenidad y la armonía características del Renacimiento. Por otro lado, la caracterización general del manierismo contiene rasgos muy dispares, difíciles de reunir en un concepto unitario: cada artista está inmerso en un estilo que debe ser considerado como un espacio muy amplio donde se admiten gran variedad de soluciones personales.

El concepto despectivo del manierismo ha variado cuando se ha visto que, hasta cierto punto, los grandes artistas clásicos habían iniciado nuevas y desacostumbradas experiencias en el terreno de la composición o en el colorido, respaldados por la fama de que habían disfrutado en sus últimos años. En este sentido, Miguel Ángel, sobre todo, manifestó, en algunas ocasiones, el abandono de las normas de la tradición clásica para seguir su propio temperamento, especialmente en sus trabajos arquitectónicos, como en la realización de la Biblioteca Laurentina.

El manierismo pictórico está dominado por la arbitrariedad en el uso del color y la alteración, voluntaria, de las proporciones anatómicas, es decir, la distorsión y el dislocamiento como formas de expresar una dramática escisión en la conciencia y en el mundo. El espacio clásico se descompone, no sólo externamente, sino también interiormente. A veces, el motivo aparentemente principal queda relegado y desvalorizado en un segundo plano. El efecto final es el movimiento de figuras reales en un espacio irracional construido caprichosamente.